8 de enero de 2007

El ciberamor

Como soy una asidua lectora de los mensajes de blog. Ultimamente y coincidentemente he podido leer quejas, historias y lamentos de desengaños, frialdades sorprendentes, huidas inesperadas, desapariciones sin más.

El fenómeno de Internet que pone en contacto a gente que jamás de otra manera habría tenido oportunidad de contactar y mucho menos, llegar a conocerse. Ha ido ganando el espacio que en la vida real va dejando el individualismo y el aislamiento. Ello junto con las posibilidades de anonimato que ofrece, lo de excitante a la imaginación y ensoñación e incluso de idealización. Lo sitúan en primer lugar en posibilidades no personales de primer contacto.

Si a ello se une la cantidad de gente hambrienta de cariño y por otro la sed de simulación de otros tantos/as. La ecuación esta clara. Aquellos/as que tienen la mala suerte de encontrar en su camino a un simulador/a y creer en el, la han fastidiao.
El ser humano tiene necesidad de establecer vínculos íntimos. Solo que aquí la vista suele pasar a segundo término de primera instancia.

Es difícil decir cuánto de ilusión y cuánto de alucinación hay alrededor de relaciones, aquí y así. Por lo general toda relación por Internet tiende al encuentro: verse fuera del cómodo pero limitado escenario de la virtualidad que sesga muchos matices de la personalidad del otro.

¿Te puedes enamorar de alguien que no conoces? Seguramente sí, e incluso con mayor fervor y pasión. Ante el ordenador puedes imaginarte lo que desees y, como no recibes ningún estímulo que te devuelva a la realidad, puedes idealizar.

El enamoramiento por Internet puede ser mucho más poderoso: la positivación del otro se maximiza al estar lo negativo sublimado, oculto tras una pantalla, los defectos de una pareja virtual no se conocen ni se sufren. Si en la realidad, ya de por sí la persona idealiza a la pareja y, te vuelve un ciego voluntario ante sus defectos, vía Internet la máquina hace todo el trabajo.

La realidad puede producir un choque que te baje de las nubes y a más de uno, del pedestal virtual. Muchas parejas de Internet desisten de su relación después del primer encuentro pero otras posponen los encuentros lo más posible hasta conocer bien a la "victima" para engancharla y así llevar a cabo de una manera más fácil sus planes.

Otras, las menos llegan a feliz término. Por más interesante y bello que parezca en Internet el riesgo de enamorarse de alguien equivocado es absoluto
En definitiva, enamorarse por Internet es muy fácil porque la comunicación de sentimientos no está interferida por el aspecto físico. Pero también puedes tener al otro lado de la línea a un gran simulador, como alguien lo llamaba aquí, un vampiro emocional.

Distinguir a las personas de intenciones honestas de los simuladores/as, debiera ser fácil, pero la imposibilidad de presencia y contraste de información lo dificulta. Por lo que la cautela se impone antes de poner en juego alegre y gratuitamente los sentimientos.

Esto, no es mío, lo he encontrado por la red.

El ciberamor

Como soy una asidua lectora de los mensajes de blog. Ultimamente y coincidentemente he podido leer quejas, historias y lamentos de desengaños, frialdades sorprendentes, huidas inesperadas, desapariciones sin más.

El fenómeno de Internet que pone en contacto a gente que jamás de otra manera habría tenido oportunidad de contactar y mucho menos, llegar a conocerse. Ha ido ganando el espacio que en la vida real va dejando el individualismo y el aislamiento. Ello junto con las posibilidades de anonimato que ofrece, lo de excitante a la imaginación y ensoñación e incluso de idealización. Lo sitúan en primer lugar en posibilidades no personales de primer contacto.

Si a ello se une la cantidad de gente hambrienta de cariño y por otro la sed de simulación de otros tantos/as. La ecuación esta clara. Aquellos/as que tienen la mala suerte de encontrar en su camino a un simulador/a y creer en el, la han fastidiao.
El ser humano tiene necesidad de establecer vínculos íntimos. Solo que aquí la vista suele pasar a segundo término de primera instancia.

Es difícil decir cuánto de ilusión y cuánto de alucinación hay alrededor de relaciones, aquí y así. Por lo general toda relación por Internet tiende al encuentro: verse fuera del cómodo pero limitado escenario de la virtualidad que sesga muchos matices de la personalidad del otro.

¿Te puedes enamorar de alguien que no conoces? Seguramente sí, e incluso con mayor fervor y pasión. Ante el ordenador puedes imaginarte lo que desees y, como no recibes ningún estímulo que te devuelva a la realidad, puedes idealizar.

El enamoramiento por Internet puede ser mucho más poderoso: la positivación del otro se maximiza al estar lo negativo sublimado, oculto tras una pantalla, los defectos de una pareja virtual no se conocen ni se sufren. Si en la realidad, ya de por sí la persona idealiza a la pareja y, te vuelve un ciego voluntario ante sus defectos, vía Internet la máquina hace todo el trabajo.

La realidad puede producir un choque que te baje de las nubes y a más de uno, del pedestal virtual. Muchas parejas de Internet desisten de su relación después del primer encuentro pero otras posponen los encuentros lo más posible hasta conocer bien a la "victima" para engancharla y así llevar a cabo de una manera más fácil sus planes.

Otras, las menos llegan a feliz término. Por más interesante y bello que parezca en Internet el riesgo de enamorarse de alguien equivocado es absoluto
En definitiva, enamorarse por Internet es muy fácil porque la comunicación de sentimientos no está interferida por el aspecto físico. Pero también puedes tener al otro lado de la línea a un gran simulador, como alguien lo llamaba aquí, un vampiro emocional.

Distinguir a las personas de intenciones honestas de los simuladores/as, debiera ser fácil, pero la imposibilidad de presencia y contraste de información lo dificulta. Por lo que la cautela se impone antes de poner en juego alegre y gratuitamente los sentimientos.

Esto, no es mío, lo he encontrado por la red.