El amor se come como un pan, se muerde como un labio, se bebe como un manantial.
El amor se llora como a un muerto, se goza como un disfraz.
El amor duele como un callo y aturde como un panal
y es sabroso como la uva de cera y como la vida es mortal.
El amor no se dice con nada, ni con palabras ni con callar.
Trata de decirlo el aire y lo está ensayando el mar.
Pero el amante lo tiene prendido, untado en la sangre lunar
y el amor es igual que una brasa y una espiga de sal.
La mano de un manco lo puede tocar, la lengua de un mudo,
los ojos de un ciego, decir y mirar.
El amor no tiene remedio y sólo quiere jugar.
Jaime Sabines
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