- Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
- como las leves briznas al viento y al azar.
- Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría.
- La vida es clara, undívaga y abierta como el mar. .
-
- Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
- como en abril el campo, que tiembla de pasión:
- bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
- el alma está brotando florestas de ilusión.
-
- Y hay días en que somos tan placidos, tan plácidos...
- -¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!-
- que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
- y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
-
- Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
- como la entraña obscura de obscuro pedernal:
- la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
- en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.
-
- Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
- que nos depara en vano su carne la mujer:
- tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
- la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
-
- Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
- como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
- El alma gime entonces bajo el dolor del mundo
- y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.
-
- Mas hay también ¡Oh Tierra! un día..- un día-... un día
- en que levamos anclas para jamás volver...
- Un día en que discurren vientos ineluctables.
- Un día en que ya nadie nos puede retener!'
- Porfirio Barba-Jacob
24 de febrero de 2008
La vida profunda
La vida profunda
- Hay días en que somos tan móviles, tan móviles,
- como las leves briznas al viento y al azar.
- Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría.
- La vida es clara, undívaga y abierta como el mar. .
-
- Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles,
- como en abril el campo, que tiembla de pasión:
- bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
- el alma está brotando florestas de ilusión.
-
- Y hay días en que somos tan placidos, tan plácidos...
- -¡niñez en el crepúsculo!, ¡lagunas de zafir!-
- que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
- y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
-
- Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos,
- como la entraña obscura de obscuro pedernal:
- la noche nos sorprende con sus profusas lámparas,
- en rútilas monedas tasando el Bien y el Mal.
-
- Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
- que nos depara en vano su carne la mujer:
- tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
- la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
-
- Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,
- como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
- El alma gime entonces bajo el dolor del mundo
- y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.
-
- Mas hay también ¡Oh Tierra! un día..- un día-... un día
- en que levamos anclas para jamás volver...
- Un día en que discurren vientos ineluctables.
- Un día en que ya nadie nos puede retener!'
- Porfirio Barba-Jacob
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