Librando en nuestro campo particular,
aquellas estelas guerreras esperando
rayos delatores de un nacido sol,
finalizando con ello el amanecer.
Con la libranza de nuestros sudores,
aquellos linos libando los cuerpos,
como si de tal abeja se tratara
quedaban empapados de ellos.
Recuerdo de entre mis sentidos,
el fragor de nuestros cuerpos,
vibrantes, jadeando sin parar
recuerdos locos con total delirio.