26 de enero de 2011

Soneto XXV

Imagen sacada de la red


Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.

Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.

Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,

todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.


Pablo Neruda

Soneto XXV

Imagen sacada de la red


Antes de amarte, amor, nada era mío:
vacilé por las calles y las cosas:
nada contaba ni tenía nombre:
el mundo era del aire que esperaba.

Yo conocí salones cenicientos,
túneles habitados por la luna,
hangares crueles que se despedían,
preguntas que insistían en la arena.

Todo estaba vacío, muerto y mudo,
caído, abandonado y decaído,
todo era inalienablemente ajeno,

todo era de los otros y de nadie,
hasta que tu belleza y tu pobreza
llenaron el otoño de regalos.


Pablo Neruda

18 de enero de 2011

No siempre soy el mismo

Imagen sacada de la red.


No siempre soy el mismo
a veces soy yo, el que te quiere,
el que te mira y se enternece todavía,
el que camina pausado y nunca falta a una cita,
el que cumple al pie de la letra todos los roles
como un legado genealógico:
El padre, el esposo, el hijo, el trabajador,
el pastor y la oveja, el guardián del faro
que no abandona nunca su puesto,
el sensato, el responsable que tú quieres.

Otras veces soy el otro,
el que extraña mares de vida, puertos de amor,
islas de libertad, el eterno navegante, un cimarrón,
el que quiere todo y cambiar todo al mismo tiempo
y al mismo tiempo quiere estar en todas partes
como el aire, como el cielo,
la contracara de mí, el que no entiendes ni comprendes.

Algunas veces soy aquel,
el que se harta, el que no se aguanta a sí mismo,
el que siempre está a punto de mandar todo al carajo
y empezar de nuevo en ninguna parte,
el que no encuentra su lugar en el mundo,
el que aborrece a todo el mundo
y de paso a ti también, el eterno disconforme,
ese irascible que no soportas.

De vez en cuando soy aquel otro,
el indiferente, el que hace oído sordo a tus reclamos,
el exilado de sí mismo, el que anda por la vida
con su mirada abúlica, con su inercia a cuesta,
el que acepta las cosas así como vienen
indolentemente como un árbol a la orilla del río,
de vez en cuando soy ese hombre distante
al que tú tratas como a un extraño.
Pero tanto yo, como el otro, aquél y aquel otro
tenemos algo en común, te tenemos a ti
y todos, cada uno a su manera, te queremos
y en eso, Amor mío, nadie está en desacuerdo.

Gian Franco Pagliaro

No siempre soy el mismo

Imagen sacada de la red.


No siempre soy el mismo
a veces soy yo, el que te quiere,
el que te mira y se enternece todavía,
el que camina pausado y nunca falta a una cita,
el que cumple al pie de la letra todos los roles
como un legado genealógico:
El padre, el esposo, el hijo, el trabajador,
el pastor y la oveja, el guardián del faro
que no abandona nunca su puesto,
el sensato, el responsable que tú quieres.

Otras veces soy el otro,
el que extraña mares de vida, puertos de amor,
islas de libertad, el eterno navegante, un cimarrón,
el que quiere todo y cambiar todo al mismo tiempo
y al mismo tiempo quiere estar en todas partes
como el aire, como el cielo,
la contracara de mí, el que no entiendes ni comprendes.

Algunas veces soy aquel,
el que se harta, el que no se aguanta a sí mismo,
el que siempre está a punto de mandar todo al carajo
y empezar de nuevo en ninguna parte,
el que no encuentra su lugar en el mundo,
el que aborrece a todo el mundo
y de paso a ti también, el eterno disconforme,
ese irascible que no soportas.

De vez en cuando soy aquel otro,
el indiferente, el que hace oído sordo a tus reclamos,
el exilado de sí mismo, el que anda por la vida
con su mirada abúlica, con su inercia a cuesta,
el que acepta las cosas así como vienen
indolentemente como un árbol a la orilla del río,
de vez en cuando soy ese hombre distante
al que tú tratas como a un extraño.
Pero tanto yo, como el otro, aquél y aquel otro
tenemos algo en común, te tenemos a ti
y todos, cada uno a su manera, te queremos
y en eso, Amor mío, nadie está en desacuerdo.

Gian Franco Pagliaro

6 de enero de 2011

Varios



Vivo olvidado
de mi cuerpo.
Cuando miro la aurora,
confusamente lo recuerdo bello,
cual si estuviera
fuera de mí y muy lejos.

Más cuando tú me coges
me lo siento
todo,
duro, suave, dibujado, lleno,
y gozo de él en ti y en mí,
contigo, descubierto, en su secreto.

Juan Ramón Jiménez



...Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos,
que nos depara en vano su carne la mujer:
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer...

Porfirio Barba Jacob


Tus manos presurosas se afanaron y luego,
como un montón de sombra, cayó el traje a tus pies,
y confiadamente, con divino sosiego,
surgió ante mi, tu virgen y suave desnudez

Tu cuerpo fino, elástico, su esbelta gracia erguía.
eras en la penumbra como una claridad.
Era un cálido velo, que todo te envolvía,
la inefable dulzura de tu serenidad.

Con el alma en los ojos te contemplé extasiado.
Fui a pronunciar tu nombre y me quedé sin voz...
Y por mi ser entero paso un temblor sagrado,
como si en ti, desnuda, se me mostrara Dios.

Manuel Magallanes