21 de octubre de 2012

La Sonrisa

 ® Pellón

Ha muerto una sonrisa en mi ventana;
¿no has visto a su alma levantar el vuelo?
Murió por tí, tendida sobre el hielo,
Cansada de esperar cada mañana.

Qué calidez, qué calidad humana
Exhibió en la antesala del recelo,
Sin permitir que el hondo desconsuelo
Oscureciera su ilusión temprana.

Asomóse a la noche hora tras hora
Con su visión de tí esperanzadora,
Y a la luz de la aurora se asomó.

Pero en la paz del campo mudo y triste
No se oyó tu pisada, no viniste,
Y dulcemente se desvaneció.

Francisco Álvarez Hidalgo

La Sonrisa

 ® Pellón

Ha muerto una sonrisa en mi ventana;
¿no has visto a su alma levantar el vuelo?
Murió por tí, tendida sobre el hielo,
Cansada de esperar cada mañana.

Qué calidez, qué calidad humana
Exhibió en la antesala del recelo,
Sin permitir que el hondo desconsuelo
Oscureciera su ilusión temprana.

Asomóse a la noche hora tras hora
Con su visión de tí esperanzadora,
Y a la luz de la aurora se asomó.

Pero en la paz del campo mudo y triste
No se oyó tu pisada, no viniste,
Y dulcemente se desvaneció.

Francisco Álvarez Hidalgo

18 de octubre de 2012

Hora de levantar el vuelo

 ® Pellón

 
Es hora ya de levantar el vuelo,
corazón, dócil ave migratoria.
Se ha terminado tu presente historia,
y otra escribe sus trazos por el cielo.

No hay tiempo de sentir el desconsuelo;
sigue la vida, urgente y transitoria.
Muda la meta de tu trayectoria,
y rasga del mañana el hondo velo.

Si el sentimiento, más desobediente,
se niega al natural imperativo,
álzate tú, versátil y valiente.

Tu oficio es cotidiano y decisivo:
mientras alumbre el sol, serás ardiente;
mientras dure la vida, estarás vivo.


Antonio Gala

16 de octubre de 2012

Tus manos

® Pellón

Cuando tus manos salen,
amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
Por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?

Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.

Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.


Pablo Neruda

Tus manos

® Pellón

Cuando tus manos salen,
amor, hacia las mías,
qué me traen volando?
Por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?

Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.

Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes,
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.


Pablo Neruda

13 de octubre de 2012

Dos manos

Imagen sacada de la red, si tiene derechos de autor, mandar email y sera retirada.

Tan inmensa tu piel, y accidentada,
y dos manos tan sólo para ella:
para la Vía Láctea, una estrella,
para el mar, una lágrima salada.
Qué insuficiente soy, qué limitada
mi maniobra en ti; cómo atropella
mi forma a mi energía, y corta y sella
la actividad que nace arrebatada.
Sólo dos manos a escalar tus montes,
en pérdida de cauces y horizontes,
en descuido de grutas y mesetas.
Manos que a espacio y tiempo desafían.
Si fueran diez tampoco lograrían
permanecer en tu presencia quietas.

Francisco Álvarez Hidalgo

Dos manos

Imagen sacada de la red, si tiene derechos de autor, mandar email y sera retirada.

Tan inmensa tu piel, y accidentada,
y dos manos tan sólo para ella:
para la Vía Láctea, una estrella,
para el mar, una lágrima salada.
Qué insuficiente soy, qué limitada
mi maniobra en ti; cómo atropella
mi forma a mi energía, y corta y sella
la actividad que nace arrebatada.
Sólo dos manos a escalar tus montes,
en pérdida de cauces y horizontes,
en descuido de grutas y mesetas.
Manos que a espacio y tiempo desafían.
Si fueran diez tampoco lograrían
permanecer en tu presencia quietas.

Francisco Álvarez Hidalgo

11 de octubre de 2012

Alta mar y gaviota

®Pellón 

Por tu vida yo soy…
en tus ojos yo vivo la armonía de lo eterno.
La emoción se me riega,
y se ensancha mi sangre por las venas del mundo.
No doy ecos partidos.
Lo inmutable me sigue
resbalando hasta el fondo de mi propia conciencia.
En ti yo amo las últimas huidas virginales
de las manos del alba,
y armando lo infinito
te quiero entre las puertas humanas que te enlazan.
En ti aquieto las ramas abiertas del espacio,
y renuevo en mi arteria tu sangre con mi sangre.
¡Te multiplicas!
¡Creces!
¡Y amenazas quedarte
con mi prado salvaje!
Eres loca carrera donde avanzan mis pasos,
atentos como albas
al sol germinativo que llevas en tu impulso.
Por tu vida yo soy
alta mar y gaviota:
en ella vibro
y crezco…

Julia de Burgos

Alta mar y gaviota

®Pellón 

Por tu vida yo soy…
en tus ojos yo vivo la armonía de lo eterno.
La emoción se me riega,
y se ensancha mi sangre por las venas del mundo.
No doy ecos partidos.
Lo inmutable me sigue
resbalando hasta el fondo de mi propia conciencia.
En ti yo amo las últimas huidas virginales
de las manos del alba,
y armando lo infinito
te quiero entre las puertas humanas que te enlazan.
En ti aquieto las ramas abiertas del espacio,
y renuevo en mi arteria tu sangre con mi sangre.
¡Te multiplicas!
¡Creces!
¡Y amenazas quedarte
con mi prado salvaje!
Eres loca carrera donde avanzan mis pasos,
atentos como albas
al sol germinativo que llevas en tu impulso.
Por tu vida yo soy
alta mar y gaviota:
en ella vibro
y crezco…

Julia de Burgos

10 de octubre de 2012

Al que ingrato me deja, busco amante



Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.


Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.


Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.


Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.


Sor Juana Ines de la Cruz

Al que ingrato me deja, busco amante



Al que ingrato me deja, busco amante;
al que amante me sigue, dejo ingrata;
constante adoro a quien mi amor maltrata;
maltrato a quien mi amor busca constante.


Al que trato de amor, hallo diamante,
y soy diamante al que de amor me trata;
triunfante quiero ver al que me mata,
y mato al que me quiere ver triunfante.


Si a éste pago, padece mi deseo;
si ruego a aquél, mi pundonor enojo:
de entrambos modos infeliz me veo.


Pero yo, por mejor partido, escojo
de quien no quiero, ser violento empleo,
que, de quien no me quiere, vil despojo.


Sor Juana Ines de la Cruz

6 de octubre de 2012

El Enamorado

Foto de ®Pellón
 
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura. 

Jorge Luis Borges

El Enamorado

Foto de ®Pellón
 
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura. 

Jorge Luis Borges