22 de febrero de 2013

En tu ausencia



Cuento los sueños de una larga noche,
piso pieles de luz y de silencio,
amo vidas lejanas y derroches
de corazones rotos sin remedio.
Miro tu cuerpo tan desnudo y tierno
Rogándole a mis manos recorrerlo,
Palpitando tu pecho, crudo invierno
Vacío de sentimientos y perverso.
Alzo mis ojos hacia el mudo cielo,
lloro y suspiro, lloro tierra y fuego,
rasgo venas desnudas en tu hielo.
Solo me encuentro tu sorda respuesta,
tu desdén, tu ausencia, soy un necio.
Nunca me amaste. Fui solo un pasatiempo.

Anónimo

En tu ausencia



Cuento los sueños de una larga noche,
piso pieles de luz y de silencio,
amo vidas lejanas y derroches
de corazones rotos sin remedio.
Miro tu cuerpo tan desnudo y tierno
Rogándole a mis manos recorrerlo,
Palpitando tu pecho, crudo invierno
Vacío de sentimientos y perverso.
Alzo mis ojos hacia el mudo cielo,
lloro y suspiro, lloro tierra y fuego,
rasgo venas desnudas en tu hielo.
Solo me encuentro tu sorda respuesta,
tu desdén, tu ausencia, soy un necio.
Nunca me amaste. Fui solo un pasatiempo.

Anónimo

13 de febrero de 2013

Yo no quiero más luz



Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.


Miguel Hernández

Yo no quiero más luz



Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.


Miguel Hernández

3 de febrero de 2013

Ritual secreto



Amante mío, estoy desnuda, 
más fresca que el agua azul
para tu noche de amor.
Cada extremo de mi boca,
cada esquina de mis miembros
se apresuran como ágiles peces
hacia tus tibias aguas.
Amante mío, yo deseo la mordedura de tus dientes
y me encamino temblorosa hacia cada uno de tus dedos,
me detengo a mirar tu cuerpo a través de oscura cerradura
e incontenible deseo se posa en mis húmedos senos.
Por tí se escapa la sequedad de mi boca,
mi mirada de brújula perdida en tus rincones,
floto voluptuosa en tus profundas aguas
y me abro como flor nocturna a tu plácida noche.
Mi cuerpo, fiesta fértil y lasciva.
Paséeme solitaria, desnuda ante tu noche,
siémbrame semillas olorosas a sal.
Mírame desnuda
con la hermosa sospecha
que mi vientre será fértil a tu salada lluvia.
Mi caverna, tibia y silenciosa, guarida perfecta
de tu solitario cuerpo,
Mi boca es suave entre tus dientes,
mi lengua, pájaro que anida en tu boca.
Por mi carne fluye sudor de hierro
y me prendo
como alga marina a tu confuso mar.
Soy la obra inconclusa
con infinitas posibilidades para un final.
Me entrego fácil a tus brazos,
con el misterioso encanto de un ritual.

Orietta Lozano 

Ritual secreto



Amante mío, estoy desnuda, 
más fresca que el agua azul
para tu noche de amor.
Cada extremo de mi boca,
cada esquina de mis miembros
se apresuran como ágiles peces
hacia tus tibias aguas.
Amante mío, yo deseo la mordedura de tus dientes
y me encamino temblorosa hacia cada uno de tus dedos,
me detengo a mirar tu cuerpo a través de oscura cerradura
e incontenible deseo se posa en mis húmedos senos.
Por tí se escapa la sequedad de mi boca,
mi mirada de brújula perdida en tus rincones,
floto voluptuosa en tus profundas aguas
y me abro como flor nocturna a tu plácida noche.
Mi cuerpo, fiesta fértil y lasciva.
Paséeme solitaria, desnuda ante tu noche,
siémbrame semillas olorosas a sal.
Mírame desnuda
con la hermosa sospecha
que mi vientre será fértil a tu salada lluvia.
Mi caverna, tibia y silenciosa, guarida perfecta
de tu solitario cuerpo,
Mi boca es suave entre tus dientes,
mi lengua, pájaro que anida en tu boca.
Por mi carne fluye sudor de hierro
y me prendo
como alga marina a tu confuso mar.
Soy la obra inconclusa
con infinitas posibilidades para un final.
Me entrego fácil a tus brazos,
con el misterioso encanto de un ritual.

Orietta Lozano 

2 de febrero de 2013

Enamorado

 
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
 
arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
 
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
 
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.
 
Lope de Vega

Enamorado

 
Ir y quedarse, y con quedar partirse,
partir sin alma, y ir con alma ajena,
oír la dulce voz de una sirena
y no poder del árbol desasirse;
 
arder como la vela y consumirse,
haciendo torres sobre tierna arena;
caer de un cielo, y ser demonio en pena,
y de serlo jamás arrepentirse;
 
hablar entre las mudas soledades,
pedir prestada sobre fe paciencia,
y lo que es temporal llamar eterno;
 
creer sospechas y negar verdades,
es lo que llaman en el mundo ausencia,
fuego en el alma, y en la vida infierno.
 
Lope de Vega