30 de julio de 2013

Reflexiones de un amor

 
 
El día está oscuro, pero yo irradio más luz que nunca. Hoy no hablaremos de amor, ni de lo bello que puede ser el sol. Tengo deseos, tengo ganas de besarte. Mi cabello negro y mis ojos cafés buscan tu mirada, buscan conquistarte. No quiero tiernas palabras, ni romanticismos baratos. Quiero sentirte cerca de mí una vez más, tan sólo para recordar que se siente tenerte entre mis brazos; deseo seducirte y hacerte entender que las estrellas, aún en una tarde sin sol… pueden ser vistas.
 


Mis ojos te buscan, y mis labios desean perderse en tu cuello, sí, quiero perderme en ti…quiero que tú me busques. No hay nada entre tú y yo, pero aun así, aquí estamos…bajo la luz de una luna que ha sido testigo del placer de quererte, del deseo de tenerte.

Tus manos inquietas seducen mis sentidos, y tu piel despierta el más grande deseo de amarte sin razón. Lo nuestro es un amor bohemio, joven y subversivo… que entre más comparte el tiempo, más se nos vuelve una adicción, y sí, la excéntrica forma en que me miras, entre disgusto y placer, entre alegría y angustia, hace que lo nuestro sea diferente.


Tú el color negro, yo el blanco. Tú el agua, yo el aceite, dementes pero tan diferentes. Tan amigos, tan rivales…tan prohibidos pero al final tan iguales. Jugando a ser insensibles y sin corazón, pero escondiendo un sentir. No miraré atrás, tampoco hacía adelante; pues en tus ojos pondré mi mirada para confirmar una vez más este amor cobarde, este placer nocivo de sentir tu cuerpo junto al mío, en este vals de sueños que espero nunca llegue a cambiar.


Anónimo

Reflexiones de un amor

 
 
El día está oscuro, pero yo irradio más luz que nunca. Hoy no hablaremos de amor, ni de lo bello que puede ser el sol. Tengo deseos, tengo ganas de besarte. Mi cabello negro y mis ojos cafés buscan tu mirada, buscan conquistarte. No quiero tiernas palabras, ni romanticismos baratos. Quiero sentirte cerca de mí una vez más, tan sólo para recordar que se siente tenerte entre mis brazos; deseo seducirte y hacerte entender que las estrellas, aún en una tarde sin sol… pueden ser vistas.
 


Mis ojos te buscan, y mis labios desean perderse en tu cuello, sí, quiero perderme en ti…quiero que tú me busques. No hay nada entre tú y yo, pero aun así, aquí estamos…bajo la luz de una luna que ha sido testigo del placer de quererte, del deseo de tenerte.

Tus manos inquietas seducen mis sentidos, y tu piel despierta el más grande deseo de amarte sin razón. Lo nuestro es un amor bohemio, joven y subversivo… que entre más comparte el tiempo, más se nos vuelve una adicción, y sí, la excéntrica forma en que me miras, entre disgusto y placer, entre alegría y angustia, hace que lo nuestro sea diferente.


Tú el color negro, yo el blanco. Tú el agua, yo el aceite, dementes pero tan diferentes. Tan amigos, tan rivales…tan prohibidos pero al final tan iguales. Jugando a ser insensibles y sin corazón, pero escondiendo un sentir. No miraré atrás, tampoco hacía adelante; pues en tus ojos pondré mi mirada para confirmar una vez más este amor cobarde, este placer nocivo de sentir tu cuerpo junto al mío, en este vals de sueños que espero nunca llegue a cambiar.


Anónimo

17 de julio de 2013

Soneto amoroso



 
A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.

Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.

Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.

Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.


Francisco de Quevedo
 
 
 

Soneto amoroso



 
A fugitivas sombras doy abrazos;
en los sueños se cansa el alma mía;
paso luchando a solas noche y día
con un trasgo que traigo entre mis brazos.

Cuando le quiero más ceñir con lazos,
y viendo mi sudor, se me desvía,
vuelvo con nueva fuerza a mi porfía,
y temas con amor me hacen pedazos.

Voyme a vengar en una imagen vana
que no se aparta de los ojos míos;
búrlame, y de burlarme corre ufana.

Empiézola a seguir, fáltanme bríos;
y como de alcanzarla tengo gana,
hago correr tras ella el llanto en ríos.


Francisco de Quevedo
 
 
 

9 de julio de 2013

¿Quién retiene el amor cuando se aleja?




Tanto es mi amor, por todos mis amores,
que en el jardín de la existencia mía
a verlas marchitarse día a día
preferí siempre deshojar sus flores.

Cuanto más encendidos sus colores
mueran en su triunfante lozanía,
más triste que la muerte es la agonía
de un amor entre dudas y temores.

Triste fin de un amor, cuando engañoso
quiere fingir que a su pesar nos deja,
y más ofende, cuanto más piadoso.

¿Y qué logrará la importuna queja
del ofendido corazón celoso?
¡Quién retiene al amor... cuando se aleja!

Jacinto Benavente

¿Quién retiene el amor cuando se aleja?




Tanto es mi amor, por todos mis amores,
que en el jardín de la existencia mía
a verlas marchitarse día a día
preferí siempre deshojar sus flores.

Cuanto más encendidos sus colores
mueran en su triunfante lozanía,
más triste que la muerte es la agonía
de un amor entre dudas y temores.

Triste fin de un amor, cuando engañoso
quiere fingir que a su pesar nos deja,
y más ofende, cuanto más piadoso.

¿Y qué logrará la importuna queja
del ofendido corazón celoso?
¡Quién retiene al amor... cuando se aleja!

Jacinto Benavente