7 de enero de 2016

Yo sé que ver y oír a un triste enfada



Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
cuando se viene y va de la alegría, 
como un mar meridiano a una bahía 
a una playa desierta y desolada. 

Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
para lo que me queda todavía 
que sufrir, el rigor de esta agonía 
de andar de este cuchillo a aquella espada. 

Me callaré, me apartaré si puedo 
con mi constante pena, instante, plena, 
a donde ni has de oírme ni he de verte. 

Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena: 
adiós, amor, adiós, hasta la muerte. 


Miguel Hernández

Yo sé que ver y oír a un triste enfada



Yo sé que ver y oír a un triste enfada,
cuando se viene y va de la alegría, 
como un mar meridiano a una bahía 
a una playa desierta y desolada. 

Lo que he sufrido y nada, todo es nada,
para lo que me queda todavía 
que sufrir, el rigor de esta agonía 
de andar de este cuchillo a aquella espada. 

Me callaré, me apartaré si puedo 
con mi constante pena, instante, plena, 
a donde ni has de oírme ni he de verte. 

Me voy, me voy, me voy, pero me quedo,
pero me voy, desierto y sin arena: 
adiós, amor, adiós, hasta la muerte. 


Miguel Hernández