10 de enero de 2008

Varios

Para cantar tus senos,
imaginé la forma
de redondear dos veces la misma castidad.
Quise cantar "el yunque
donde forjas la vida"
y todos mis sentidos llegaron a cantar.
Entonces me di cuenta
de que el poema estaba
en el límite exacto del pecado mortal.

Jorge Robledo Ortiz

El tigre macho roza su lujuria
sobre la hembra que la espalda arquea,
su vientre sobre el lomo se recrea,
muerde la nuca en controlada furia.
Así quiero asaltarte yo en el suelo,
adosando a tu espalda mi figura,
estrujando tus senos con ternura,
y entrando a tí, mordiéndote en el pelo.

Francisco Álvarez Hidalgo

Varios

Para cantar tus senos,
imaginé la forma
de redondear dos veces la misma castidad.
Quise cantar "el yunque
donde forjas la vida"
y todos mis sentidos llegaron a cantar.
Entonces me di cuenta
de que el poema estaba
en el límite exacto del pecado mortal.

Jorge Robledo Ortiz

El tigre macho roza su lujuria
sobre la hembra que la espalda arquea,
su vientre sobre el lomo se recrea,
muerde la nuca en controlada furia.
Así quiero asaltarte yo en el suelo,
adosando a tu espalda mi figura,
estrujando tus senos con ternura,
y entrando a tí, mordiéndote en el pelo.

Francisco Álvarez Hidalgo