27 de noviembre de 2011

Amor de tarde




Es una lástima que no estés conmigo 
cuando miro el reloj y son las cuatro 
y acabo la planilla y pienso diez minutos 
y estiro las piernas como todas las tardes 
y hago así con los hombros para aflojar la espalda 
y me doblo los dedos y les saco mentiras. 

Es una lástima que no estés conmigo 
cuando miro el reloj y son las cinco 
y soy una manija que calcula intereses 
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas 
o un oído que escucha como ladra el teléfono 
o un tipo que hace números y les saca verdades. 

Es una lástima que no estés conmigo 
cuando miro el reloj y son las seis. 
Podrías acercarte de sorpresa 
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos 
yo con la mancha roja de tus labios 
tú con el tizne azul de mi carbónico.

Mario Benedetti

22 de noviembre de 2011

La Noche



Pepe



La noche se me abraza a la cintura,
enamorada impertinente, ciega,
que, narcotizadora, se me entrega
huérfana de pudor y vestidura.

La noche huele a ti, lasciva y pura,
virgen y cortesana; me doblega
y me hace libre, se adjudica y ruega,
amante joven y a la vez madura.

La noche, remolino de cien dedos
tejiendo y destejiendo los enredos
que ansía el corazón y urde la mente.

Me habla de ti la noche, de un encuentro
en que te abres a mí, y en ti me adentro;
la noche, que lo sabe o lo presiente.




Hidalgo

La Noche




La noche se me abraza a la cintura,
enamorada impertinente, ciega,
que, narcotizadora, se me entrega
huérfana de pudor y vestidura.

La noche huele a ti, lasciva y pura,
virgen y cortesana; me doblega
y me hace libre, se adjudica y ruega,
amante joven y a la vez madura.

La noche, remolino de cien dedos
tejiendo y destejiendo los enredos
que ansía el corazón y urde la mente.

Me habla de ti la noche, de un encuentro
en que te abres a mí, y en ti me adentro;
la noche, que lo sabe o lo presiente.



Hidalgo

16 de noviembre de 2011

Los sueños, sueños son


Pepe ®




Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca

Los sueños, sueños son





Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?

Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

Calderón de la Barca

4 de noviembre de 2011

Atardeceres


Atardecer que salpicas de rojo y oro la arena,
agua blanca que bañas la playa de mi mar,
inundando mi paso con estrellas destellantes,
cuasi penumbra del triste anochecer que llega.

Caricias que desde mi cara la suave brisa marina,
se desliza por todo mi cuerpo sintiéndola en él,
susurrándome miles de sirenas con trompetas,
deleitando mi paseo en el bello atardecer.

Pepe

Atardeceres



Atardecer que salpicas de rojo y oro la arena,
agua blanca que bañas la playa de mi mar,
inundando mi paso con estrellas destellantes,
cuasi penumbra del triste anochecer que llega.

Caricias que desde mi cara la suave brisa marina,
se desliza por todo mi cuerpo sintiéndola en él,
susurrándome miles de sirenas con trompetas,
deleitando mi paseo en el bello atardecer.

Yo