Se extinguen los colores del ocaso,
se adormece la brisa, muere el día,
nace la noche, con su sinfonía
de sentidos al rojo. Me transvaso
desde mi lecho al tuyo. Paso a paso
sigo la ruta de tu anatomía;
me acompañas; oh, erótica agonía,
en que me abrasas tú, en que te abraso.
Encendidas las sábanas, extienden
sus pliegues a un rincón, luego descienden,
catarata en satén que se derrama.
Aunque presente estoy, yo mismo, a veces,
no sé decir si son dos desnudeces
o una sola agitándose en la cama.
Francisco Álvarez Hidalgo