2 de junio de 2013

No sé decir



Se extinguen los colores del ocaso,
se adormece la brisa, muere el día,
nace la noche, con su sinfonía
de sentidos al rojo. Me transvaso

desde mi lecho al tuyo. Paso a paso
sigo la ruta de tu anatomía;
me acompañas; oh, erótica agonía,
en que me abrasas tú, en que te abraso.

Encendidas las sábanas, extienden
sus pliegues a un rincón, luego descienden,
catarata en satén que se derrama.

Aunque presente estoy, yo mismo, a veces,
no sé decir si son dos desnudeces
o una sola agitándose en la cama.

 
Francisco Álvarez Hidalgo


No sé decir



Se extinguen los colores del ocaso,
se adormece la brisa, muere el día,
nace la noche, con su sinfonía
de sentidos al rojo. Me transvaso

desde mi lecho al tuyo. Paso a paso
sigo la ruta de tu anatomía;
me acompañas; oh, erótica agonía,
en que me abrasas tú, en que te abraso.

Encendidas las sábanas, extienden
sus pliegues a un rincón, luego descienden,
catarata en satén que se derrama.

Aunque presente estoy, yo mismo, a veces,
no sé decir si son dos desnudeces
o una sola agitándose en la cama.

 
Francisco Álvarez Hidalgo