Noche cerrada
ciega en el tiempo
verde como la luna
apenas clara entre las luciérnagas.
Sigo la huella de mis pasos,
el doloroso retorno a la sonrisa,
me invento en la cumbre adivinada
entre árboles retorcidos.
Sé que algún día
 se alzarán de nuevo
 las yemas recién nacidas
 de mi rojo corazón,
 entonces, quizás,
 oirás mi voz enceguecedora
 como el canto de las sirenas;
 te darás cuenta
 de la soledad;
 juntarás mi arcilla,
 el lodo que te ofrecí,
 entonces tal vez sabrás
 como pesa el amor
 endurecido. 
Gioconda Belli

 
 
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