Lejos de tu jardín quema la tarde 
inciensos de oro en purpurinas llamas, 
tras el bosque de cobre y de ceniza.
En tu jardín hay dalias. 
¡Malhaya tu jardín!... Hoy me parece 
la obra de un peluquero, 
con esa pobre palmerilla enana, 
y ese cuadro de mirtos recortados... 
y el naranjito en su tonel... El agua 
de la fuente de piedra no cesa
 de reír sobre la concha blanca.
Antonio Machado 

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